¿El trabajo se te hace tedioso?

¿No se te ha hecho nunca interminable la jornada laboral? En ocasiones, uno se levanta con el pie izquierdo; conforme avanza la mañana, te das cuenta de que ese no es tu día. Una tormenta nubla tu mente, el trabajo se te acumula y terminas con la sensación de haber desperdiciado horas. No desesperes: a todos nos ha sucedido alguna vez. Afortunadamente, hay maneras de solucionarlo.
Lo primero que debes tener en cuenta es que hay que ir paso a paso, sin prisa. Se dice que el tiempo es oro, y por eso muchos empresarios se obsesionan con que las cosas se terminen en un abrir y cerrar de ojos. No obstante, la calidad siempre prima sobre la cantidad. Como diría Antonio Machado:
"Despacito y buena letra, que el hacer las cosas bien importa más que el hacerlas".
Pero tampoco hay que quedarse ahí papando moscas? Por eso, el siguiente paso consiste en planificarte la jornada laboral. Si sabes con exactitud qué tareas tienes que llevar a cabo, ordénalas de la forma que te resulte más cómoda. Un buen método consiste en hacer primero lo que más te guste, luego lo que sea más pesado y, por último, lo que te resulte más fácil.
Por ejemplo, cuando todavía estaba en el instituto, solía hacer primero las tareas de matemáticas, que me encantaban; a continuación, me ponía con los comentarios de texto, no especialmente difíciles, pero sí más largos y tediosos; y, para terminar, dibujo técnico, que era una actividad manual y relajante? ¡al menos para un servidor!
Lo siguiente que debes hacer es tomarte los descansos que sean necesarios. Ya hemos hablado con anterioridad de la procrastinación; el caso es que no somos máquinas que puedan dejarse en funcionamiento durante horas y horas. Muchas veces, salir a fumar un cigarrillo o darse una vuelta por la empresa es todo lo que uno necesita para despejarse las ideas.
Sobre todo, respeta tus propios descansos. Si ha llegado la hora de hacer una pausa, deja el trabajo donde esté y no te empecines en terminarlo. ¿O acaso crees que se va a mover de ahí?
Por último, recuerda que todos tenemos días mejores y peores. Nuestra productividad depende de tantos factores que es muy fácil que alguno falle. Sin embargo, como todo milenial debería saber, no merece la pena frustrarse por algo que no se puede controlar. Lo que sí debes hacer es conocerte a ti mismo y a tu trabajo, de modo que puedas combinar ambos de la forma más eficiente.
Consejo milenial: plantéate la jornada laboral como si no lo fuera. Si las cosas van como la seda, toma nota; si parece que el mundo conspira contra ti, recuerda que mañana será otro día.
Lo primero que debes tener en cuenta es que hay que ir paso a paso, sin prisa. Se dice que el tiempo es oro, y por eso muchos empresarios se obsesionan con que las cosas se terminen en un abrir y cerrar de ojos. No obstante, la calidad siempre prima sobre la cantidad. Como diría Antonio Machado:
"Despacito y buena letra, que el hacer las cosas bien importa más que el hacerlas".
Pero tampoco hay que quedarse ahí papando moscas? Por eso, el siguiente paso consiste en planificarte la jornada laboral. Si sabes con exactitud qué tareas tienes que llevar a cabo, ordénalas de la forma que te resulte más cómoda. Un buen método consiste en hacer primero lo que más te guste, luego lo que sea más pesado y, por último, lo que te resulte más fácil.
Por ejemplo, cuando todavía estaba en el instituto, solía hacer primero las tareas de matemáticas, que me encantaban; a continuación, me ponía con los comentarios de texto, no especialmente difíciles, pero sí más largos y tediosos; y, para terminar, dibujo técnico, que era una actividad manual y relajante? ¡al menos para un servidor!
Lo siguiente que debes hacer es tomarte los descansos que sean necesarios. Ya hemos hablado con anterioridad de la procrastinación; el caso es que no somos máquinas que puedan dejarse en funcionamiento durante horas y horas. Muchas veces, salir a fumar un cigarrillo o darse una vuelta por la empresa es todo lo que uno necesita para despejarse las ideas.
Sobre todo, respeta tus propios descansos. Si ha llegado la hora de hacer una pausa, deja el trabajo donde esté y no te empecines en terminarlo. ¿O acaso crees que se va a mover de ahí?
Por último, recuerda que todos tenemos días mejores y peores. Nuestra productividad depende de tantos factores que es muy fácil que alguno falle. Sin embargo, como todo milenial debería saber, no merece la pena frustrarse por algo que no se puede controlar. Lo que sí debes hacer es conocerte a ti mismo y a tu trabajo, de modo que puedas combinar ambos de la forma más eficiente.
Consejo milenial: plantéate la jornada laboral como si no lo fuera. Si las cosas van como la seda, toma nota; si parece que el mundo conspira contra ti, recuerda que mañana será otro día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario