Desde los años 40 se conoció el misterio de las piedras que se mueven 'solas'. Pero no fue hasta ahora que por primera vez una persona pudo observar este fenómeno en directo. Esa persona fue el paleobiólogo Richard Norris del Instituto Scripps de Oceanografía de la Universidad de California en San Diego, quien reportó la experiencia en un artículo publicado en la revista PLoS ONE.
Debido a que las piedras pueden permanecer en su lugar por décadas, los investigadores no esperaron observar en tiempo real su movimiento. Para estudiarlas, los expertos decidieron supervisar las rocas de forma remota, mediante la instalación de una estación meteorológica de alta resolución capaz de medir ráfagas a intervalos de un segundo y montando unidades GPS activadas por movimiento a medida en algunas de ellas.
Uno de los autores del experimento, Ralph Lorenz reconoció que pensó que sería "el trabajo más aburrido de todos", ya que tenían que espera a que algo sucediera. Sin embargo, la investigación comenzó en 2011 y en diciembre de 2013, los investigadores llegaron al Valle de la Muerte para descubrir que la playa estaba cubierta con un estanque de agua de siete centímetros de profundidad. Poco después, las rocas comenzaron a moverse.
La ciencia tiene a veces un elemento de suerte. Pensábamos que tendríamos que esperar entre cinco y diez años sin que nada se moviera, pero sólo habían pasado dos años de proyecto y estuvimos en el momento adecuado para ver qué sucedía en persona", dijo Norris a la UCSD en un comunicado de esa universidad.
Sus observaciones muestran que para que las rocas entren en movimiento se necesita una rara combinación de eventos. En primer lugar, que el lago se llene de agua, que debe estar a una altura lo suficientemente profunda para formar hielo flotante durante las noches frías de invierno, pero lo suficientemente poco profunda como para no bloquear las rocas.
Como las temperaturas nocturnas se desploman, el estanque se congela para formar láminas delgadas de hielo, que debe ser lo suficientemente delgado como para moverse libremente, pero lo suficientemente grueso como para mantener la fuerza.
Los días de Sol, el hielo comienza a derretirse y a romperse en grandes paneles flotantes que los vientos ligeros impulsan a través de la explanada, empujando las rocas y dejando rastros en el barro blando debajo de la superficie.
El 21 de diciembre de 2013, tuvo lugar la ruptura de hielo alrededor del mediodía, oímos estallidos y crujidos procedentes de toda la superficie del estanque helado y pensamos: ¡es esto!", explicó Norris.
Estas observaciones ponen patas arriba las teorías anteriores que habían propuesto como posible causa de este evento los vientos con fuerza de huracán, los remolinos de polvo, las películas de algas resbaladizas o láminas gruesas de hielo. En cambio, las rocas se mueven bajo vientos suaves de unos 3 a 5 metros por segundo y fueron impulsados por el hielo de menos de 3 a 5 milímetros de espesor. Una medida demasiado fina para mantener fijas a las piedras grandes. Además, las rocas se movieron sólo unas pocas pulgadas por segundo (2-6 metros por minuto), una velocidad que es casi imperceptible a distancia y sin puntos de referencia.
Es posible que haya turistas que lo hayan presenciado sin darse cuenta" ha apuntado el científico, quien ha apuntado que es "realmente difícil de medir si una roca está en movimiento cuando todas las rocas a su alrededor también se están moviendo".
Algunas rocas individuales se mantuvieron en movimiento desde unos pocos segundos hasta 16 minutos. En el evento, los investigadores observaron rocas que viajaron más de 60 metros antes de detenerse y algunas que fueron desplazándose por etapas, moviéndose varias veces antes de llegar a su lugar de descanso final.
Los investigadores documentaron el fenómeno en cinco ocasiones más durante dos meses y medio en los que se mantuvo el estanque con cientos de rocas para confirmar su hallazgo.
Debido a que las piedras pueden permanecer en su lugar por décadas, los investigadores no esperaron observar en tiempo real su movimiento. Para estudiarlas, los expertos decidieron supervisar las rocas de forma remota, mediante la instalación de una estación meteorológica de alta resolución capaz de medir ráfagas a intervalos de un segundo y montando unidades GPS activadas por movimiento a medida en algunas de ellas.
Uno de los autores del experimento, Ralph Lorenz reconoció que pensó que sería "el trabajo más aburrido de todos", ya que tenían que espera a que algo sucediera. Sin embargo, la investigación comenzó en 2011 y en diciembre de 2013, los investigadores llegaron al Valle de la Muerte para descubrir que la playa estaba cubierta con un estanque de agua de siete centímetros de profundidad. Poco después, las rocas comenzaron a moverse.
La ciencia tiene a veces un elemento de suerte. Pensábamos que tendríamos que esperar entre cinco y diez años sin que nada se moviera, pero sólo habían pasado dos años de proyecto y estuvimos en el momento adecuado para ver qué sucedía en persona", dijo Norris a la UCSD en un comunicado de esa universidad.
Sus observaciones muestran que para que las rocas entren en movimiento se necesita una rara combinación de eventos. En primer lugar, que el lago se llene de agua, que debe estar a una altura lo suficientemente profunda para formar hielo flotante durante las noches frías de invierno, pero lo suficientemente poco profunda como para no bloquear las rocas.
Como las temperaturas nocturnas se desploman, el estanque se congela para formar láminas delgadas de hielo, que debe ser lo suficientemente delgado como para moverse libremente, pero lo suficientemente grueso como para mantener la fuerza.
Los días de Sol, el hielo comienza a derretirse y a romperse en grandes paneles flotantes que los vientos ligeros impulsan a través de la explanada, empujando las rocas y dejando rastros en el barro blando debajo de la superficie.
El 21 de diciembre de 2013, tuvo lugar la ruptura de hielo alrededor del mediodía, oímos estallidos y crujidos procedentes de toda la superficie del estanque helado y pensamos: ¡es esto!", explicó Norris.
Estas observaciones ponen patas arriba las teorías anteriores que habían propuesto como posible causa de este evento los vientos con fuerza de huracán, los remolinos de polvo, las películas de algas resbaladizas o láminas gruesas de hielo. En cambio, las rocas se mueven bajo vientos suaves de unos 3 a 5 metros por segundo y fueron impulsados por el hielo de menos de 3 a 5 milímetros de espesor. Una medida demasiado fina para mantener fijas a las piedras grandes. Además, las rocas se movieron sólo unas pocas pulgadas por segundo (2-6 metros por minuto), una velocidad que es casi imperceptible a distancia y sin puntos de referencia.
Es posible que haya turistas que lo hayan presenciado sin darse cuenta" ha apuntado el científico, quien ha apuntado que es "realmente difícil de medir si una roca está en movimiento cuando todas las rocas a su alrededor también se están moviendo".
Algunas rocas individuales se mantuvieron en movimiento desde unos pocos segundos hasta 16 minutos. En el evento, los investigadores observaron rocas que viajaron más de 60 metros antes de detenerse y algunas que fueron desplazándose por etapas, moviéndose varias veces antes de llegar a su lugar de descanso final.
Los investigadores documentaron el fenómeno en cinco ocasiones más durante dos meses y medio en los que se mantuvo el estanque con cientos de rocas para confirmar su hallazgo.